Familiares de personas despedidas por Musk, se alegran y burlan
Por Adán Salgado Andrade
De 47 años, Kristin Jenn, estaba feliz de que pronto le darían trabajo como guardia en el Servicio Nacional de Parques, SNP. Hasta había subido una foto de ella, rubia, luciendo trenzas, de ojos azules, portando su uniforme verde, con la corbata reglamentaria y el sombrero beige. Se le ve sonriente. Atrás de ella, hay un cerro, con algo de pasto en su ladera.
“Estaba tan contenta. Iba a ser mi primer trabajo en el gobierno, pues antes había trabajado en tiendas y restaurantes. Y nada más faltaba la fecha en que tendría que presentarme. Pero ahora con el DOGE, se detuvo, ya no me han dicho nada. Y yo creo que ya ni me lo darán. Y mi familia, casi todos muy conservadores, me están atacando por las redes, celebrando que no me lo hayan dado, que hubiera sido un desperdicio y que qué bueno que Trump finalmente se está deshaciendo del desperdicio. Y otros, nada más callan. Mi vida se desintegra porque era el empleo de mis sueños. Y, encima, mi propia madre, me ataca. Lo peor es que ella era empleada federal, antes de jubilarse, pero no le importa, dice que está bien lo que Trump está haciendo, que los servidores públicos son parásitos e improductivos”.
Jenn es una de las miles de víctimas que el DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) ha dejado sin empleo en el gobierno o, como en su caso, ha suprimido de tajo el que tenga uno.
Donald Trump (1946) comisionó a Elon Musk (1971), su lugarteniente, a que hiciera una “limpia” de la burocracia. Y el recorte es severo y en todas las oficinas públicas. Musk se armó de un equipo de inexpertos jóvenes, a los que se ha dado pleno acceso a cuanto organismo federal deseen, bajo órdenes de Trump, para que despidan a cuanto empleado, sea del área que sea – incluso, del FBI y la CIA –, que sea “redundante”, sea despedido, para que se ahorren, supuestamente, “miles de millones de dólares” (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/02/musk-encarna-la-toma-capitalista-de.html).
Lamentablemente, Jenn sufre de lo que la mayoría de la gente sufrimos, sobre todo, cuando nos empieza a ir bien o destacamos en algo, en una actividad, nuestra profesión, nuestra vida, nuestros logros materiales: ser blanco de las envidias, las burlas, las humillaciones, las destructivas críticas… y más veneno social, que busca destruir lo logrado, regodearse con lo malo que nos suceda, celebrar el fracaso…
Y no es de sorprender que hasta la “familia” – que ya cada vez es más por consanguinidad – diga, gustosa, “¡Qué bien que le fue mal en su negocio!” o “¡Lo corrieron de su trabajo, excelente!” o “¿No que muy bueno?... ¡qué bueno que perdió todo!”… y así, muchas más frases que muestran las envidias que desata el éxito personal.
Lo peor, como señalé, es que la propia “familia” es la que celebra los fracasos de sus parientes, como en el caso de la gente que están despidiendo Musk y su equipo de tecnócratas. Es lo que expone el artículo de Associated Press, titulado “Empujados al desempleo, trabajadores federales recortados, enfrentan a familiares que celebran sus despidos”, firmado por Matt Sedensky, en donde entrevistó a algunos despedidos y las alegres reacciones que han desatado en las redes sus contactos, entre “amigos” y “familiares” (ver: https://apnews.com/article/trump-musk-doge-federal-layoffs-c41ae32800a7f170484de79572543da2).
Comenta por lo que han tenido que pasar los despedidos, “tratando de buscar trabajo, pero, además, enfrentando las burlas de sus amigos y parientes, quienes celebran que Trump esté tomando acciones para acabar con un gobierno inflado, lleno de desperdicios”.
Cita a Lube Tobin, quien hasta hace poco trabajó como técnico en el Servicio Forestal de Estados Unidos, en el Bosque nacional Nez Perce, en Idaho. “Me han dado trato de enemigo público, pero ahora, hasta mi familia me está atacando y se alegran de que me despidieron”, dice, compungido.
Tobin ha buscado otros empleos, de lo que sea, hasta en restaurantes de comida rápida, y se apresuró a surtir sus recetas de medicamentos que requiere, antes de que perdiera su seguro de salud. “Pero mis parientes me dijeron que eso es lo que tiene que pasar para hacer que el gobierno sea grande de nuevo y que te digan eso, es lo peor. No hay solidaridad, sólo burlas y alegrarse de lo que me sucede. No pueden separar su ideología y sus inclinaciones políticas, para apoyar a su propia familia y a los que supuestamente aman. Muy decepcionante”.
Los despidos siguen, a pesar de las protestas y el daño social y económico que están ocasionando, incluso, de dividir todavía más a ese polarizado país.
Otro testimonio es el de Eric Anderson, de 48 años, quien trabajaba como biólogo en el Servicio Nacional de Parques. “Todavía estaba en shock por el despido, cuando me encontré que mi tía, en su Facebook, subió un post que celebraba los recortes del DOGE. La frase más hiriente fue la que decía ‘Hombre, que bueno que se eche a toda esta basura’. Y me enoja mucho pensar en eso, porque no soy basura. ¿O tú crees que lo soy? ¡Hay mucha gente en este momento que les duele por lo que están pasando y que no son basura!”.
Como señalé, si eso sale de la propia “familia”, qué se puede esperar de los “amigos”. Y es que, de por sí, vivimos en una sociedad que nos atomiza, que nos individualiza y por eso, se destruye cada vez más rápidamente el tejido social. Algo ideal para el capitalismo salvaje, que necesita aislarnos para imponernos toda clase de infamias y de mezquinos intereses, que nos están llevando a un generalizado empobrecimiento, además de la destrucción y contaminación ambiental que están acabando aceleradamente con el planeta.
Lo mismo le dijo a Sedensky Erica Stubbs, de 27 años, técnica forestal. “Me han dicho por mis redes que está bien que eliminen empleos como el mío, pero a mí me gusta, lo hago con mucho placer. No es el empleo más importante pero… era mi empleo”.
Pero no les basta a los que se alegran, dice Sedensky, exigen “¡Despidan a más!”. “La devastación de un hombre, es la delicia de otro”.
Aunque en el caso de Riley Rackliffe, ecólogo marino, de 36 años, con un doctorado en filosofía, sus amigos se solidarizaron y se apresuraron a pedirle su currículo para enviarlo a empresas, o a llamar a su congresista, exponiéndole su caso. Incluso, para ayudarle con su hipoteca. “Pero me dicen que era un simple ‘limpiador de albercas’, que no desquitaba lo que ganaba, que cualquiera podía hacer lo que yo hacía. Hasta mis amigos, los que me dijeron que lo sentían, dijeron que sí fue bueno que quitara el DOGE empleos inútiles, como el mío. Me molesta que digan que yo era un flojo, que nada más cobraba, casi sin hacer nada. Me duele que el presidente diga que tú no existes o que tu trabajo era inútil y nada más cobrabas. Me gustaría que el presidente anduviera caminando entre espinas, con cincuenta grados de calor, buscando caracoles parásitos. Nada más anda jugando golf. Yo ni siquiera sé cómo jugar golf”.
Sí, muy acertada su observación, pero como Trump o su secuaz, Musk, son de las clases privilegiadas, representan a los grupos fácticos, pueden hacer lo que les venga en gana. A la gente que sobre, la tratarán como basura, como desperdicios. Mientras tanto, vivirán como reyes, gozando las mieles del poder, de su riqueza. Trump ya no sabe cómo sacar ventajas de su puesto. Incluso, hizo una “reserva nacional de criptomonedas”, con tal de que una empresa de sus hijos, World Liberty Financial, que maneja criptomonedas, subiera sus cotizaciones y acciones. Y de eso, nadie lo critica (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/03/trump-el-negociante-en-jefe-de-la-casa.html).
Así que nada podemos esperar en esta dividida, individualista, aislada sociedad, incluso en situaciones de desgracia.
Ni cuando muramos.
Seguramente dirán los envidiosos “¡Ay, qué bueno que ese pendejo se murió!”.
Contacto: studillac@hotmail.com