Por ahorrar en costos, el control de calidad es mediocre y hasta provoca accidentes
Por Adán Salgado Andrade
El capitalismo salvaje, a lo largo de su ya larga historia (se comenzó a gestar en los 1300’s y para los 1500’s, ya estaba conformado), se ha caracterizado por tratar siempre de obtener el máximo beneficio, es decir, la ganancia, recortando los gastos. Lo ha ido logrando mediante distintas tácticas, desde la mecanización, hasta las búsqueda de zonas salariales más bajas. Por eso, países como China (cuando no se habían encarecido los salarios chinos, como lo han hecho actualmente), fueron por un tiempo las maquiladoras mundiales, en donde los procesos más simples de la fabricación se realizaban por las subsidiarias (los de ensamblaje, por ejemplo, que sólo requieren de la operación monótona de maquinaria), dejando los más complicados (los que requieren de obreros muy especializados y maquinaria de punta) para las matrices (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2007/11/el-outsourcing-en-r.html).
Pero cuando ni así puede reducir gastos ese sistema, comienzan a realizarse prácticas que redundan en artículos que duran muy poco, pues se fabrican para que su vida útil sea muy corta y deban de renovarse. Ya que el capitalismo salvaje se debe al constante, ininterrumpido consumo, debe de inducirlo, haciendo que las cosas duren poco, para que se vuelvan a consumir. Seguramente el periodo de recambio ideal sería como el de un alimento, que se come y se debe de volver a comprar (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/10/la-obsolescencia-programada-el.html).
Por eso se establecen deleznables tendencias como la ropa desechable, cuyo proceso de fabricación es sumamente depredador y contaminante (por tanta energía, agua y materiales que se requieren, y de que los colorantes empleados son muy contaminantes), además de que cuando se tira, no es fácil deshacerse de ella y se van haciendo montañas de ropa desechada en lugares como el desierto de Atacama, en Chile (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/01/ropa-en-exceso-dana-desierto-y.html).
Todo eso lleva, además, a sobreproducir, es decir, fabricar más de lo que puede consumir la sociedad y esa sobreproducción es depredadora y contaminante y ha generado los problemas de la emergencia climática que estamos sufriendo y que se agrava año con año (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/01/la-nefasta-depredadora-y-contaminante.html).
Como decía, todo eso se ha hecho para elevar la ganancia. Pero al hacerlo, se descuidan procesos importantísimos, como los del control de calidad, que son aquéllos encargados de verificar que los productos se fabriquen bien, aunque duren poco (o sea, si van a durar un año, que realmente sea así y no que sólo duren, digamos, cinco meses).
Y ese control de calidad fallido es el responsable de que, por ejemplo, muchas empresas automotrices, tengan que llamar masivamente a dueños de ciertos modelos, pues alguna pieza o mecanismo, resultó defectuoso. Por ejemplo, Ford recientemente, llamó masivamente a dueños de SUV’s Explorer, por un problema de una moldura colocada en el toldo, que puede zafarse y ocasionar algún accidente a automovilistas que vayan atrás de alguno de esos autos (ver: https://apnews.com/article/ford-explorer-recall-trim-piece-fly-off-483fa17b0b29703e86c9ee56466a4419).
En otro caso, la misma automotriz llamó a los dueños de 238,000 Explorer pues el tornillo de un eje trasero podía fallar, provocando que se perdiera potencia o que el auto se moviera estando estacionado (ver: https://apnews.com/article/ford-recall-explorer-roll-away-park-axle-bolt-investigation-cbfb877ddf638fb2093f845e5a60eb33).
Y por otra falla, pero en sus camionetas 870K F-150, en la cuales los frenos para estacionarlas pueden activarse sin previo aviso, Ford llamó masivamente a los dueños de 870,000 de dichos vehículos, fabricados entre el 2021 y el 2023. Eso, porque inspectores gubernamentales descubrieron que una sección de cableado está muy cerca del eje trasero y si se pegan a éste, podrían pelarse por la fricción y producir un cortocircuito que activaría tales frenos (ver: https://apnews.com/article/ford-f150-recall-parking-brake-5c23b8bf56411dcaf20878da18ddd829).
Por si fuera poco, también por mandato gubernamental, la misma empresa debe de revisar una falla en varios de sus modelos, incluyendo las camionetas F-150, Explorer, Bronco, Edge, Lincoln Nautilus y Aviator (un modelo de súper lujo, ¿¡con ese problema!?), fabricados entre el 2021 y el 2022, equipados con máquinas de 2.7 litros o 3.0 litros V6, turbocargadas. El problema es de válvulas defectuosas (cínicamente, la empresa ha dicho que esas válvulas son las primera en fallar). Los investigadores gubernamentales inician sus pesquisas cuando hay muchas quejas de dueños sobre los vehículos involucrados y es sólo entonces que la empresa comienza a asumir cierta responsabilidad, pero si de ésta dependiera, seguramente no haría más que atender individualmente a los quejosos que llegaran a sus talleres (ver: https://apnews.com/article/ford-investigation-engine-failure-bronco-edge-f150-27-liter-2ca83270a0f4324dc15699a75c2f426c).
Hasta la muy inflada en su prestigio empresa Tesla, la que fabrica autos eléctricos (del nefasto Elon Musk), ha sido obligada por las autoridades estadounidenses encargadas de la seguridad automotriz a llamar masivamente a dos millones de sus autos, porque algunos se apagan repentinamente o porque su engañoso sistema de conducción autónoma (que no lo es, sólo es una ayuda), ha provocado varios accidentes (ver: https://www.consumerreports.org/cars/car-recalls-defects/tesla-recalls-cars-due-to-autopilot-concerns-a6186663858/).
Pero seguramente tantas fallas se deben a malos diseños (son más baratos los diseños malos), materiales baratos y a cuestionables ensamblajes. Todo, como dije, para ahorrar en costos. Vean que dos de los vehículos con motores defectuosos de Ford son el Lincoln y el Aviator, costosos, de más de un millón seiscientos mil pesos en México. Se supondría que tendrían que ser bien hechos, para que duraran mucho. Pero seguramente en las consideraciones de Ford está la de que, siendo vehículos de lujo, sus dueños los cambian año con año, antes de que puedan fallar.
En fin, pues también por mal control de calidad, la empresa aeronáutica Boeing, ha estado en la mira mundial. Resulta que uno de sus nuevos modelos, el Boeing 737 Max 9, que la línea Alaska Airlines apenas estaba comenzando a usar, pues el aparato es nuevo, en pleno vuelo, casi acabando de despegar, sufrió un desprendimiento de una puerta de emergencia. A 4,800 metros de altura, el 6 de enero del 2024, ocurrió el “accidente”. Por fortuna, no había pasajeros sentados en los sillones cercanos a la puerta y gracias a eso, aunque la cabina se despresurizó, como el avión recién había iniciado el vuelo, y todos tenían aún sus cinturones de seguridad, ningún pasajero salió expelido de la nave, pues pudo haber ocurrido (ver: https://www.nbcnews.com/news/us-news/alaska-airlines-accident-much-tragic-ntsb-official-says-rcna132682).
Ya antes, en el 2018, un avión Boeing 737 Max 8 de Lion Air, línea aérea indonesia, se estrelló en octubre del 2018, ocasionando la muerte de 189 pasajeros y tripulación, en tanto que el 10 de marzo del 2019, otro de Ethiopian Airlines, también se accidentó, matando a sus 157 pasajeros y tripulación. La falla se debió a un malfuncionamiento del programa de navegación que de repente llevaba a la nave en súbita picada (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Boeing_737_MAX_groundings).
Por tales fallas, los aviones se han dejado de utilizar en su momento, hasta que no se corrigieron, o se corrijan, tales fallas. Pero no es posible que aviones tan caros (130 millones de dólares valen los más sencillos) fallen así, tan miserablemente que hasta cientos de muertos hayan provocado.
Y todo es por un mal control de calidad, no sólo de la empresa misma, sino de las otras a las que les subroga fases de la fabricación. En el caso de la puerta que se voló en pleno vuelo, que era una salida de emergencia, las investigaciones llegaron a la conclusión de que los tornillos que la sujetaban no estaban bien apretados, conforme a las normas. Fue lo que los inspectores de United Airlines, la otra línea estadounidense (junto con Alaska Airlines) que posee esos aviones, indagaron (ver: https://theaircurrent.com/feed/dispatches/united-finds-loose-bolts-on-plug-doors-during-737-max-9-inspections/).
¡Tornillos flojos!, como si se hubiera armado una silla de escritorio, que no pasaría de que se tuvieran que apretar. Nada más vean el nivel de dejadez y de irresponsabilidad de quien lo haya hecho y supervisado, pues si ocurre, por ejemplo, que un auto falle por un tornillo flojo, pues se quedará parado (al menos, no se caerá, digamos), en cambio, en un avión, no sólo se volará una puerta, sino que hasta se puede caer. A un avión, también de Boeing, por ejemplo, de la línea Delta, al estarse preparando para despegar, una llanta frontal se desprendió. Es un aparato de 32 años, muy viejo para los estándares de las aerolíneas. Esa aerolínea les da el mantenimiento a sus aviones, pero no parece que sea muy bueno. Se bajaron todos los pasajeros con su equipaje y se les trasladó a otra nave. Al avión con el desperfecto, se le cambió la llanta y ya está de nuevo en funcionamiento (ver: https://apnews.com/article/delta-boeing-nose-wheel-faa-atlanta-3042cd13c455b3e89130e43904f8b1ef).
Podría también haberse tratado de un “descuido” al apretar la llanta o hasta un sabotaje. He sabido de trabajadores que, a propósito, debido a bajos salarios o malos tratos, no hacen bien las cosas, pero es una práctica que redunda hasta en cuestiones de seguridad, que pueden ocasionar muertes, como en el caso de los tornillos flojos del Max 9. Y el que los empleados trabajen mal, como señalé, es porque no están bien pagados o se les trata mal o no se reconocen sus méritos. Un dueño de una empresa que trate mal a sus empleados, no tendrá a gente leal que, digamos, “se quite la camisa” por él, como dice el vox populi.
Y Boeing era una empresa que gozaba de bastante confianza entre los pilotos, pues había un dicho que, en inglés, decía “If it ain’t Boeing, I ain’t going” (Si no es en un Boeing, no voy). Además de su desprestigio, hizo que los 171 aviones de Alaska y United que permanecieron sin volar, hasta que fueran revisados, costaran 2.3 mdd por pérdidas cada día (ver: https://www.wired.com/story/boeing-737-max-accident-alaska-airlines-as1282-united-door-plug/).
Por eso mismo, ya están de nuevo autorizados por la FAA (la Administración Federal de Administración estadounidense) para volar, “luego de una minuciosa inspección”. Es de esperarse que debido a que realmente se haya hecho una minuciosa inspección, se haya autorizado de nuevo que volaran y no por presión de las aerolíneas (ver: https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=FAA).
Boeing ha señalado, deslindándose de la culpa, que son sus proveedores los “culpables” y que por eso les pide que apliquen con rigor sus controles de calidad. Dice un memorándum de la empresa que "Asegúrese de que las instrucciones de trabajo sean a prueba de errores y de que la calidad se controle continuamente, en particular, los requisitos de apriete", al que la agencia Reuters tuvo acceso (ver: https://www.jornada.com.mx/2024/01/24/economia/019n4eco).
Independientemente de si esas empresas tienen culpa, creo que Boeing tendría que implementar una forma para que se asegurara de que los componentes que recibe para el ensamblaje final, cumplieran realmente con las especificaciones, pues son aviones los que se fabrican, que pueden caer si no están bien construidos.
Pero, como he estado señalando, no lo hace para ahorrar en costos. Quizá antes lo hacía y por eso era que sus aviones eran considerados de los más seguros. Pero como ahora la europea Airbus (primer lugar en ventas) Boeing (segundo lugar), dominan la aviación civil, las aerolíneas dependen solamente de ellas para hacerse de sus aviones y deben de confiar ciegamente en que los hagan bien (ver: https://www.investopedia.com/ask/answers/050415/what-companies-are-major-players-airline-supply-business.asp).
En efecto, la confianza es una forma de estabilidad, como ha señalado el sociólogo inglés Anthony Giddens (Londres, 1938).
Si esa confianza desaparece, comienza la inestabilidad social (es como cuando alguien en quien ustedes confían mucho, les roba. Ya no confiarán más en esa persona).
Pero, como ven, el capitalismo salvaje ha preferido ganar más dinero que en ganarse la confianza de todos.
Contacto: studillac@hotmail.com