El capitalismo salvaje y su salvaje “defensa” de la propiedad
intelectual
Por Adán Salgado Andrade
En la cinta “Zero Dark Thirty”,
conocida aquí como “La noche más obscura”, la directora, Kathryn Bigelow,
muestra los excesos a los que llega EU cuando se propone realizar alguna
obsesiva “misión”, como en la historia referida en la película, basada en
hechos reales, sobre la persecución y el supuesto asesinato de Osama bin Laden
(quien alguna vez fuera cercano colaborador de la CIA, que, incluso, recibía un
sueldo). En la escena del asalto a la casa en donde se suponía que vivía bin
Laden, ubicada en una población de Pakistán, Abbottabad, un equipo especial de mariners viola, tanto el espacio aéreo
pakistaní, al llegar en dos helicópteros antirradar, no rastreables, así como
el territorio de dicho país, al incursionar en el barrio en donde se localizaba
la casa de seguridad en la que vivía desde hacía algunos años un enfermo,
inoperante bin Laden. Con lujo de violencia, dinamitando puertas y asesinando a
mansalva a varios hombres y mujeres que estaban allí en la noche del asalto (en
mayo del 2011), los prepotentes soldados allanan la casa, hasta dar con el
“terrorista” jefe de Al Qaeda, a quien asesinan sin miramientos, pues la orden
era exterminarlo en el acto. Y a los vecinos del lugar que, curiosos y temerosos,
se acercan, sorprendidos y asustados por escuchar a uno de los helicópteros
que, al perder el control, cayó a tierra, además de tantas explosiones y
disparos, uno de los mariners los amenaza con que se retiren del sitio o les
dispararán.
Refiero lo anterior, que no
pareciera tener que ver mucho con el título del presente artículo, porque es
buen preámbulo en el sentido de que EU se ha abrogado desde hace años tareas de
“policía mundial”, derrocando gobiernos elegidos democráticamente, invadiendo
países supuestamente ligados al terrorismo (Afganistán, Irak), imponiendo bases
militares… en fin, resaltando en cada acción su poderío militar.
Pero también, en años recientes,
se ha autoproclamado protector de los derechos de la llamada “propiedad
intelectual”, sobre todo cuando empresas estadounidenses han resultado
afectadas por acciones de piratería o
hackeo de obras intelectuales, tales
como películas, canciones, programas de cómputo… o todo aquel trabajo que esté
registrado con una patente o un registro autoral en EU. Eso, incluso, lo está
tomando como justificación para incursionar en la Web mundial e imponer medidas
coercitivas que limitarían muchísimo la relativa libertad de la que actualmente
gozan muchos sitios y millones de usuarios. Emplea a sitios como Facebook para
espiar a posibles infractores, interviene correos electrónicos, emplea a
hackers que actúan como una suerte de espías digitales sobre personas
“sospechosas” de ser “terroristas” o comportarse como tales… y todas esas
arbitrariedades e ilegales operaciones las hace EU, sin que aparentemente nadie
se oponga o pueda hacerlo, pues, ante todo, pone por delante que es en defensa
de su “seguridad interna” y, especialmente, de la defensa del “derecho
intelectual”.
El Departamento de Justicia (DoJ)
se pone en contacto directo con países en donde haya alguna persona u
organización que “atente” contra los derechos de autor (el llamado Copyright Infringement) y, como si
estuviera en su propia casa, envía agentes del FBI y policías estadounidenses
para que “coordinen” la acción policiaca “legal”, que allane las instalaciones
de los defraudadores y los lleve a prisión, violando muchas veces los
elementales derechos de los supuestos “acusados”. Y todo en nombre de la
“legalidad y la justicia”, como se hizo con el caso de bin Laden, mencionado
arriba. También en nombre de la “seguridad y legalidad”, está construyendo la
NSA (National Security Agency) en medio del desierto de Utah un súper edificio
que será considerado como el futuro centro de ultraespionaje, el que analizará
diariamente millones de correos, de páginas de redes sociales…en fin, que se
pretende que todo el interenet sea
filtrado y analizado por ese sitio.
Voy a referirme a un par de
ejemplos en donde, justamente, los excesos a los que llega EU, ilegales y
arbitrarios casi siempre, muestran que a sus labores policiacas les tiene sin
cuidado que invadan un país, violenten sus leyes y “coordinen” con las fuerzas
policiacas locales verdaderos asaltos, con tal de “defender” la propiedad
intelectual.
El primer caso es el de la ya
extinta empresa Megaupload, perteneciente a Kim Dotcom, un polémico empresario
alemán, quien actualmente vive en Nueva Zelanda, en donde, ilusamente, creyó
que nunca sería molestado en sus futuros negocios. El caso fue muy sonado en
enero del 2012, tanto por el impacto mediático que provocó, así como la forma
tan ilegal y arbitraria como actuaron autoridades locales en coordinación con
policías estadounidenses y agentes del FBI, como veremos.
Megaupload era una empresa que
operó hasta inicios del 2012, la cual contaba con un inmenso archivo
conteniendo todo lo inimaginable, desde videos caseros, libros, películas,
manuales… una especie de Youtube, pero no sólo de videos, sino información de
muchas categorías. El servicio era digamos que gratuito, obteniendo ganancias
de la publicidad que acompañaba a los archivos que se desearan descargar, tal
como actualmente hace Youtube. De esa forma, obtenía alrededor de $25 millones
de dólares de ingresos por año. Otros $150 millones de dólares, los conseguía
al ofrecer su servicio “súper rápido” de descarga del material. Kim Dotcom, era
el dueño del sitio, el cual fundó en el año 2001, cuando tuvo la necesidad de
difundir los videos de las carreras de autos en las que él mismo participaba.
Era conocido como un gran corredor en ese entonces y poseedor, también, de una
mediana fortuna, de varios millones de dólares, que había conseguido gracias a
negocios previos, como Data Protect, empresa que en los años 90’s daba asesoría
de seguridad en Internet a empresas (Dotcom tuvo una niñez muy dura, hijo de
padre alcohólico, golpeador, y madre sumisa. Aún así, cuando tenía 15 años, se
hizo de buen dinero administrando un negocio ilegal del chateo telefónico muy común en los 90’s, con el cual él se quedaba
con 15 centavos de dólar, por minuto, de los que empleaban su, ese sí, ilegal
negocio. Dotcom asegura que ese “negro” pasado aún lo persigue).
Dado que era muy complicado
enviar los videos en los correos como archivos adjuntos, por ser muy grandes, a
Dotcom se le ocurrió, junto con un socio, crear Megaupload, que permitiría a
los fans de las carreras bajar los videos cuando quisieran y cuantas veces así
lo desearan. Dotcom, gracias a su fortuna, ofrecía, además, dinero por videos
de carreras que le fueran ofrecidos por los usuarios. Y algo que al principio
sólo hizo por mero pasatiempo, al final le halló el potencial valor de
convertirse en un gran negocio: bajar del Internet lo que se deseara, teniendo,
claro, millones de archivos que permitieran esa suerte de panacea de la información.
Y es algo que, en otras
ocasiones, EU ha perseguido, su oposición a que la información se distribuya
libre y gratuitamente, sobre todo en esta era en donde, gracias al internet,
eso es posible (y deseable). Sucedió, por ejemplo, con Napster, esa empresa que
en los años iniciales del internet, permitía la libre descarga de melodías en
formato MP3. A su fundador, Shawn Fanning, luego de un largo juicio, que
también incluyó allanamiento de las oficinas y confiscación de todo el equipo,
se le obligó a cambiar su forma de ofrecer música (ya no fue gratuito, sino que
se cobraría una cuota. Pero eso acabó con el glamour de Napster y fue absorbido
por otra empresa. Uno de los cofundadores, Sean Parker, luego se hizo
accionista fundador del entonces naciente sitio Facebook).
También Youtube tuvo que acordar
que cancelaría videos si éstos infringían las leyes de derecho de autor (por
eso es que ahora varios videos aparecen cancelados, debido a que los autores de
los mismos han demandado a Youtube suprimirlos).
Eso fue una especie de armisticio
legal, que comenzó cuando en 1998 el entonces presidente Bill Clinton firmó la Digital Millennium Copyright Act, DMCA,
ley que perdonaba a los infractores, siempre y cuando demostraran que el
contenido que manejaban era de los usuarios y desconocían, por tanto, el origen
de aquél, que no actuaban de “mala fe” y que, si era material protegido, debían
de cancelarlo de sus servidores, a petición expresa de la empresa que poseyera
el material.
Así, gracias a esa “ley”
estadounidense, aplicable en todo el
mundo, varios sitios merecieron sólo una especie de regaño, pero siguieron
operando libremente, justo como Youtube, por ejemplo. Incluso, fue también por
iguales motivos que Google renunció a llevar a cabo su proyecto de biblioteca
digital, el cual tenía la finalidad de digitalizar todos los libros existentes hasta ahora (¡vaya si era muy ambicioso ese proyecto!) y permitir
su libre consulta y descarga por cualquiera que así lo deseara (algo así quiso
hacer el recientemente fallecido joven innovador Aaron Swartz para dejar libres
archivos de investigaciones científicas del sitio JSTOR, al que había que pagar
una costosa cuota por estar suscrito y tener acceso a dichos archivos. Swartz
se suicidó hace unos meses, presionado porque el DoJ había pedido varios más de
30 años de prisión, en caso de haber sido sentenciado).
Dotcom alega que, justo,
acogiéndose a la DMCA, las políticas de Megaupload, al respecto, exigían que
los usuarios retiraran material que estuviera protegido. Igualmente, de algún
tiempo para acá, trabajaba directamente con artistas o compañías musicales, las
que permitían descargas de material musical a cambio de compartir el dinero de la
publicidad entre ellos y Megaupload, que acompañaba a tales descargas
gratuitas. Dotcom asegura que ya trabajaba también en un esquema similar para
permitir descargas de cintas. Al parecer, el material que más le ocasionó
problemas fue, justo, el de la libre descarga de películas, sobre todo
hollywoodescas, dado que, aseguran los estudios cinematográficos, eso afecta
mucho sus ganancias.
Así, cargos de piratería le
fueron achacados, pero también lavado de
dinero y actividades mafiosas.
Y con esos infundados cargos,
como alega Dotcom que se le hicieron, el 20 de enero del 2012, su casa, una
enorme y lujosa mansión de 24 millones de dólares, localizada en el poblado de
Coatesville, en Nueva Zelanda, conocida justo como “Mansión Dotcom”, fue
violentamente allanada.
La noche anterior, Dotcom había
estado grabando una canción (el canto es otra de sus “excentricidades”) en los
estudios Roundhead, junto con el cantautor Mario “Tex” James y el productor
Printz Board. Eran las 4:30 de la madrugada, cuando llegó en su Mercedes
S-Class, conducido por su chofer y guardaespaldas. Dotcom tuvo la sensación de
ser perseguidos. Y así era, pues ya, el 5 de enero, un juez federal
estadounidense, basado en un “archivo” de 72 páginas, había hallado “culpable”
a Dotcom, y había ordenado su captura, cual vulgar y “peligroso gánster”.
La casa de Dotcom estaba equipada
a prueba de ladrones, así que su allanamiento no fue fácil, pues la policía
tenía “informes fidedignos” de que el “delincuente” contaba, incluso, con un
cuarto de seguridad, el “Cuarto Rojo”. El asalto a su mansión fue muy
calculado. El equipo especial “antiterrorista” neozelandés, coordinado, ilegalmente, por agentes del FBI y otras
autoridades estadounidenses que, como ya dije antes, operaron
extraterritorialmente en ese país a su antojo, como si estuvieran en el suyo
propio, esperó hasta que Dotcom estuviera en su lujosa habitación y a punto de
dormir en su lujosa cama de $103,000 dólares (otra de las excentricidades de
este singular personaje es que gusta dormir plácidamente, sin interrupciones de
ninguna especie, ni ruidos, todos sus empleados deben de respetar su sueño, no
haciendo nada mientras duerme. Por eso, Dotcom posee tres camas hechas por la
casa Hãstens, confeccionadas
con pelo de caballo, algodón y lana, diseñadas totalmente al gusto y a la
ergonomía del cliente. Para alguien que mide casi dos metros y pesa 175
kilogramos, además de ser millonario, pues es un pequeño lujo).
Y como si fuera, en efecto, un peligroso terrorista (y me vienen a
la memoria las escenas descritas de cómo se allanó la casa de bin Laden, que
muestra el filme de Bigelow), el grupo de decenas de policías fuertemente
armados con rifles de asalto Bushmaster, granadas, marros… y cuanto se
requiriera para atrapar a Dotcom, llevaron a cabo la operación que desde
Washington se bautizó como Operation
Takedown (operación derribamiento).
Llegaron en helicópteros,
invadiendo prados, patios, azoteas… y se abrieron paso por la fuerza,
derribando con pesados mazos las gruesas puertas de la mansión, intimidando y
sometiendo a los empleados a punta de bala, arrestando a la esposa de Dotcom,
Maya, quien, en ese entonces, esperaba gemelos, junto con el primer hijo de
ambos…
Cuando finalmente hallaron a
Dotcom, éste estaba aterrado, esperando lo peor, oculto tras una columna,
cercana a la cocina, que ni siquiera se había atrevido a encerrarse en el
Cuarto Rojo, por temor de que ello les diera pretexto a los policías para que
lo asesinaran.
Asegura que lo sometieron
derribándolo al piso, pateándole las costillas, que le pisaron una mano, hasta
sangrarle los dedos, luego de lo cual lo esposaron. Además del humillante,
violento trato, cuando exigió que le dijeran bajo qué cargos lo arrestaban, un
agente policiaco le dijo que era por “acopio de material intelectual
protegido”. Dotcom no podía creer que fuera por eso. Pero cuando lo acusaron de
“lavar dinero” y de actividades “mafiosas y delictivas”, estuvo seguro de que
se trataba de un simple complot en su contra para acabar con un sitio que hasta
entonces era muy apreciado por los 4900 millones de usuarios que lo empleaban
cada año para obtener casi gratuitamente todo tipo de material cultural,
literario, visual…
“De seguro, Obama y Hollywood
están en mi contra, porque he tratado de hacer del Internet un verdadero
espacio libre y sin trabas”, ha declarado recientemente.
Le fueron confiscados su
colección de lujosos autos, obras de arte, como cuadros y esculturas, que se
hallaban en su mansión, equipo de cómputo… además de que se le congelaron sus
cuentas bancarias que tenía distribuidas en varios bancos de distintos países.
Tres más de sus socios, que se
encontraban en su mansión ese día, fueron arrestados, también, acusados
igualmente de asociación delictuosa, lava dólares y piratas informáticos. Se trata de Mathias Ortmann, alemán que se
encargaba de la operatividad del sistema, Finn Batato y Bram Van der Folk,
quienes también recibieron un denigrante, inhumano trato.
Luego del asalto a la mansión de
Dotcom, fueron llevados a prisión, en donde se les confinó en una reducida
celda a los cuatro, obligando a Dotcom, a dormir en una muy incómoda “cama” de
cemento. Declara que pronto comenzó a sufrir terribles dolores en piernas,
espalda y todo el cuerpo y lo más que hicieron las autoridades y el médico de
la cárcel fue a darle Ibuprofeno y a “cuidar” que no se suicidara, algo que
nunca estuvo en la mente de Dotcom, como ha dicho.
La idea de la “justicia”
estadounidense era, y sigue siendo, extraditar a Dotcom a EU, en donde se le
aplicarían excesivos cargos que le darían una sentencia de hasta 55 años, algo
que nunca antes se había hecho con casos similares de supuesto acopio “ilegal”
de material intelectual protegido (como dije antes, Youtube tuvo una situación
similar, pero pudo arreglar el problema suprimiendo el material que tuviera
derechos de autor, a petición expresa de los afectados).
Y justamente el violento,
humillante e ilegal asalto a su mansión, la manera en que él, su esposa, su
hijo, sus amigos, fueron tratados, los falsos
cargos que se le imputan, la ilegal actuación de EU, extraterritorial, o sea, fuera de sus fronteras, y muchas otras
ilegales, incluso, criminales acciones, Dotcom y su equipo de abogados las
están empleando para revertir la demanda del DoJ y usarla en contra del propio
gobierno estadounidense, de su actual presidente Barack Obama y de quien
resulte responsable.
De hecho, en su primer juicio,
algunos meses después de que pudo salir libre bajo fianza y estar “arrestado”
en su domicilio, una juez neozelandesa, Helen Winkelmann, declaró que, en
efecto, el uso de la fuerza policiaca había sido excesivo, pues se había
asaltado con lujo de violencia la casa de un respetable ciudadano neozelandés
(Dotcom tiene la ciudadanía de ese país), con policías fuertemente armados, lo cual es excepcional, pues la policía de ese
país generalmente ni siquiera anda armada, además de que EU había actuado
ilegalmente en Nueva Zelanda, atribuyéndose labores policiacas
extraterritoriales totalmente ilegales. La juez empleó como evidencia, un ilustrativo video tomado por la propia
policía, en el cual se ve como decenas de policías realizan el excesivo asalto
(fueron tantos agentes, que hasta llevaron sus baños portátiles, para que
tuvieran en donde hacer sus necesidades,
durante todo el tiempo que les llevara cumplir eficientemente con la Operación Debut, como se le llamó a esa
acción en Nueva Zelanda).
También Dotcom tiene preparada
una demanda contra los funcionarios neozelandeses que ordenaron tan ilegal
acción, actuando en contubernio con los estadounidenses. De hecho, el gobierno
neozelandés, reconociendo que, en efecto, la acción contra Dotcom fue excesiva
e ilegal, le permitió sacar del banco $4.8 millones de dólares, para que
pudiera costear los gastos legales y de su defensa.
Dotcom asegura que ganará el
juicio y que EU le repondrá todo lo que le robó, además de que deberá de darle
una muy fuete compensación por daño moral y a la salud tanto de su familia, de
sus amigos y sobre todo de él mismo (muy seguro, afirma que le pondrá a su yate
“Comprado por el FBI”). De ser así, quizá, más que un triunfo personal, sería
una victoria social para impedir que el internet se censure y sea otra arma más
de control de los gobiernos y corporaciones dominantes que se valen cada vez
más y más de la red para emplearla para sus personales, controladores y muy
lucrativos intereses. Recuérdese el caso de Julian Assange, quien por difundir
en su sitio Wikileaks incómodas noticias, sobre todo para EU, está asilado
desde hace meses en la embajada ecuatoriana en Inglaterra, en vista de las
pretensiones de EU de extraditarlo y aplicarle, incluso, la pena de muerte dada
la “gravedad” de sus “crímenes”, a quien, por cierto, Dotcom tiene en muy alta
estima por su valerosa tarea.
El segundo caso que referiré es
sobre una cuestión de piratería tecnológica, que implicó copiar máquinas
tragamonedas, de ésas que provocan la ludopatía, o sea, la adictiva afición a
los juegos de azar, que, en sí mismos, de por sí no son un “avance” del cual
enorgullecerse, pues, al contrario, es una manera de explotar hasta el ocio de
las personas, incitándolas a gastar su dinero en esos adictivos artilugios.
Pero aún esos inútiles engendros tecnológicos protege el capitalismo salvaje muy celosamente…y la coludida mafia en
el poder estadounidense.
Aquí, la ofensa provino de un hombre que aprendió a copiar y fabricar,
justamente, máquinas tragamonedas. Su nombre, Rodolfo Rodríguez Cabrera, un
cubano muy hábil en cuestiones de electrónica y circuitos, quien en 1983 fue a
estudiar aeronáutica a Latvia, estado que aún pertenecía a la Unión Soviética.
Allí estaba una de las mejores escuelas aeronáuticas de la ya extinta
federación soviética. Sin embargo, poco después de que Rodríguez se graduó,
Latvia logró su independencia de la agonizante URSS y se quedó de pronto sin
futuro, dado que Latvia no tenía una industria aeronáutica propia, así que
debió de contentarse con aprender a arreglar radios y teléfonos.
Sin embargo, al poco tiempo, dada
su habilidad e ingenio, aprendió a arreglar máquinas tragamonedas, que ya por
entonces estaban muy de moda en bares, en donde tipos tomados se ponían a
jugar, sin importarles perder varias monedas a causa de su etílica “diversión”.
Rodríguez se dio cuenta de que no era muy difícil alterar esas máquinas y
cargarlas, incluso con otro tipo de juegos.
Esas máquinas eran fabricadas por
la empresa considerada actualmente como líder mundial en el ramo, la
estadounidense International Game
Technology, IGT, con sede en el estado de Nevada. Esta empresa fue fundada
en 1971 por William “Si” Redd, quien por entonces se dedicaba justamente a
distribuir máquinas fabricadas por la empresa Bally Manufacturing Corporation of Chicago. Por esos días, las
tragamonedas no eran muy bien vistas por las empresas dedicadas a explotar los
juegos de azar y, más bien, se empleaban marginalmente, colocándolas en las
orillas de los casinos, dirigidas a aburridas mujeres, las que así pasaban el
tiempo, gastando unas monedas, mientras esperaban a que sus adictivos maridos
terminaran de jugar a las cartas.
Como esas primeras máquinas eran
muy fáciles de alterar y, quien así lo hacía, podía quedarse con todo el dinero
contenido, Redd percibió que si se les incorporaban juegos y se hacían más
sofisticadas, podrían ser, además de más seguras, un mucho mejor y más lucrativo
negocio para los casinos. Y así fue. En 1971, las máquinas tragamonedas sólo
participaban con el 36% de los ingresos de la industria de los juegos de azar,
pero para 1981, ya representaban 44%. En la actualidad, más de dos tercios de
los ingresos de los casinos, se deben a esos ingenios, gracias a que la incorporación de atractivos juegos, que
se ofrecen como un plus a los
entusiastas ludópatas, las han vuelto más demandadas (de hecho, como se han
establecido ya en todo el mundo, en forma de inocentes juegos electrónicos, constituyen un problema social,
debido a la fuerte, costosa adicción que provocan, pero eso, claro, es algo que
no les importa ni a los fabricantes, ni a los dueños de los casinos y, mucho
menos, a los mafiosos “gobiernos” que permiten esos adictivos negocios). Es un
negocio que deja más de $2000 millones de dólares al año, gracias a que es muy
atractivamente adictivo entre los empedernidos jugadores, deseosos de ganar de vez
en cuando, aunque ellos deban de perder mucho dinero las más de las veces. Y
eso que las máquinas están diseñadas para permitir, en efecto, que los
jugadores pocas veces ganen. Si la
empresa fabricante dice que darán a ganar 92 centavos de cada dólar que se les
inserte, así debe de ser. Y para ello, hay organismos gubernamentales que deben
de cerciorarse de que así sea. También deben de garantizar que no fallarán,
pues si una de tales máquinas resultara defectuosa, o sea, que dejara ganar más
a los jugadores que lo que estuviera permitido, la empresa fabricante tendría
que pagarle al casino las pérdidas que en cierto momento éste tuviera. Por lo
mismo, se han hecho más complejas, además de que ofrecen, como dije, juegos, a
los que los leales jugadores de tal o cual casino, pueden acceder con una
especie de tarjetas de “lealtad”, las cuales son insertadas desde que se
comienza a jugar. Justamente el que la máquina permita al jugador tener acceso
a un juego luego de cierto tiempo, es algo que se debe a complicados
algoritmos, diseñados por experimentados matemáticos y programadores que
trabajan en tales tareas. IGT, está siempre a la búsqueda de nuevos talentos,
con tal de que su máquinas sean muy seguras y atractivas. Por lo mismo, cuida
la empresa con mucho recelo sus programas, así que si alguien como Rodríguez
logra averiguar tales secretos, constituye un peligro real.
Una vez descubierta la forma de
hackear y copiar los programas de juegos de las máquinas de IGT, empresa que el
cubano dice admirar, Rodríguez vio el potencial que tenía por delante. Fundó FE Electronic, y se dedicó a adquirir
máquinas de IGT desechadas, a desarmarlas, quitarles la tarjeta madre y a
cargarles los juegos de IGT. No sólo eso, sino que las comenzó a armar tan
bien, copiando todo, hasta los monitores y los cristales que los protegían, que
muy pronto sus clones eran tan
perfectos, que resultaban indistinguibles de las máquinas originales, las que
llegan a costar hasta $10,000 dólares. Rodríguez las ofrecía por una fracción
de eso.
Sin embargo, su error fue una
desmedida ambición. Se asoció con un estadounidense, Henry Mantilla, quien
también se dedicaba a la distribución de las tragamonedas. Mantilla quedó
deslumbrado al ver lo perfectas que eran las copias de las máquinas de IGT
hechas por Rodríguez, y de inmediato se ofreció a distribuirlas. Llegó el
momento en que eran tan demandadas, que, de plano, prefirieron vender el
sistema que empleaba Rodríguez para cargar los juegos de IGT y que los que lo
compraran, los cargaran ellos mismos en otras máquinas.
Rodríguez seguía operando desde
Latvia, muy contento de su próspero negocio, que ya le estaba dejando miles de
dólares por mes.
Si embargo, una ocasión que
regresaba de la calle, vio que decenas de policías vestidos con chalecos
antibalas y fuertemente armados, habían allanado el local en donde FE
Electronic armaba las máquinas falsas. Lo que más le sorprendió fue ver que
entre los policías había algunos con el pelo negro, tomando Coca-cola. Resultaron ser agentes del
FBI, que estaban operando a sus anchas en Latvia, otra vez ejerciendo poderes extraterritoriales,
justo como en el caso de Dotcom. IGT había percibido el problema, dado que la
demanda de sus máquinas estaba bajando considerablemente, sobre todo en el
mercado sudamericano, y había dado aviso al DoJ, quien se encargó de hacerle justicia a la empresa, con tal
de que ésta no siguiera perdiendo dinero en su muy noble tarea de crear ludópatas por todo el mundo, que se quedan
incluso sin dinero, con tal de mantener esa destructiva adicción a jugar,
deseando que de vez en cuando ganen.
El socio de Rodríguez, Mantilla,
que operaba en los EU, también fue allanado en su domicilio y arrestado.
Ambos fueron llevados a una corte
estadounidense, quien, a cambio de que se declararan culpables, los condenó a
dos años de prisión y a pagar una multa cada uno de $151,800 dólares, con tal
de compensar en algo las “fuertes” pérdidas sufridas por IGT debido a las
ilegales copias de sus adictivas máquinas. Como Rodríguez nunca fue ciudadano
propiamente de Latvia, en donde vivía renovando su permiso como residente cada
cinco años, durante el juicio, se le pasó la fecha de renovación, por lo que no
puede regresar al país. A Cuba, tampoco puede entrar, ya que perdió la
ciudadanía hace años y le fue confiscado su pasaporte. Así que encima de ser
acusado de “peligroso clonador de
máquinas tragamonedas”, no tiene ciudadanía alguna. Alega en su defensa que
admira mucho a IGT y que consideraba un “honor” que pudiera “copiar” las
máquinas y su forma de operar.
Vale la pena resaltar nuevamente
que Rodríguez fue detenido bajo condiciones totalmente ilegales, dado que
ningún cuerpo policiaco de ningún país puede
operar en otro, pues ni tiene jurisdicción y no tiene por qué actuar en
donde no sea su territorio… claro, excepto los agentes del FBI, quienes ven al
mundo por igual, un sitio en el que pueden actuar a sus anchas, portar armas y
ejercer su “legalidad”, sin importar las leyes locales.
Pero todo sea en nombre de la
defensa de la “propiedad intelectual”.
Contacto: studillac@hotmail.com