sábado, 9 de julio de 2016

De visita y conversando en la Huasteca Hidalguense



De visita y conversando en la Huasteca Hidalguense
por Adán Salgado Andrade

Huejutla de Reyes, Hidalgo. Después de veintiún años, circunstancias familiares me hacen regresar a este lugar, que hace tiempo rebosaba de recursos naturales, tales como exuberantes bosques, caudalosos ríos, varias especies de animales y vegetales típicos del lugar y otras características que le han dado a esa región hidalguense, conocida como huasteca, una gran riqueza de biodiversidad y equilibrio ecológico, lo cual abarca sólo una pequeña área de la superficie de Hidalgo (de hecho, colinda con las otras tres huastecas, la veracruzana, la potosina y la tamaulipeca).
Por desgracia, son cosas que, ahora que he regresado, constato que se han ido acabando con el avance “civilizador” de este depredador sistema capitalista salvaje.
El traslado hacia el sitio, si no se tiene auto propio, debe de realizarse por medio de una de las dos líneas que monopolizan el transporte de la región, Futura o ADO, a bordo de autobuses que se dicen de “primera”, prometiendo aire acondicionado, asientos numerados y proyección de películas, pero que violan lo que ofrecen, pues, para comenzar, no salen a tiempo (el que tomé, tenía hora de salida a las 14:00 horas, pero lo hizo hasta las 14:35). El aire acondicionado todo el tiempo es necesario, pues en la mayor parte del camino el clima es caluroso, además de que los transportes tienen ventanas selladas, por lo que no hay ventilación y se depende de aquél. Sin embargo, tampoco lo mantienen todo el trayecto (como las unidades no son recientes, alega el conductor que el aire acondicionado quita potencia al motor y aumenta el consumo de combustible). Ni tampoco se respeta el cupo máximo, al ir subiendo pasaje durante el recorrido, por lo que varias personas deben de viajar paradas, con las molestias que ello ocasiona, debido a que la sinuosidad del camino precisa de estarse sujetando todo el tiempo de donde se pueda. Ello evidencia la falta total de respeto de las empresas camioneras a los usuarios –  la mayoría, gente trabajadora, de limitados recursos –, las que, con tal de maximizar sus ganancias, retacan sus unidades, muchas de las cuales carecen de mantenimiento adecuado y tienen ya varios años de servicio, sin importar si causen molestias a los pasajeros o que se descompongan o, peor aun, que puedan sufrir accidentes, graves muchos de ellos. Intenté reportar la demora del autobús, pero cuando me contestaron del número en el que se indica que se debe de hacer la queja, la llamada se “cortó” y no fue posible comunicarme de nuevo. Todos esos problemas se agravan porque no se ve que la gente se queje, sino, al contrario, ya se le nota acostumbrada a tanta molestia y a aceptar tan malos servicios resignadamente. Y si no hay quejas o son muy de vez en cuando, la empresa ni se preocupará por mejorar su malo y hasta peligroso servicio.
El viaje se realiza, la mayor parte del recorrido, por una accidentada y sinuosa carretera que cruza y bordea una montañosa ruta. De allí que, aun en la actualidad y con tramos que han pretendido hacer de cuatro carriles, es un viaje que lleva por lo menos siete horas y media en autobús o unas seis en auto, y eso si no llueve o hay neblina, pues entonces se alarga aun más el recorrido.
De hecho, por las constantes demoras del conductor por retacar el autobús, a pesar de nuestras protestas, alargó el viaje ¡ocho horas y media!, más allá de las “seis” que, mentirosamente, asegura la taquillera que lleva el recorrido.
Así que para pasar lo mejor posible tanta incomodidad, calor, sacudidas… hay que leer o entablar una plática.
Esta la hago con un joven de no más de veinticinco años, con el que intercambio unos minutos de conversación, se llama Anastasio. Lo que Brevemente me refiere, resulta dramático. Resulta que viene de Pachuca, en donde estuvo seis días a las afueras de un hospital, pues no tuvo dinero para pagar un hospedaje adecuado, siendo un humilde campesino, que sólo tiene trabajo tres meses al año, como refiere. “Siembro maíz, pero casi nomás es para mi familia y para mí… casi no vendemos, porque no nos conviene venderlo, lo compran muy barato, mejor nos lo comemos. Y pues trabajo a veces de albañil o de peón… de lo que caiga. Me pagan ochenta o cien pesos, si bien me va, pero nada más trabajo tres meses al año”, dice. Me pregunto ¿cómo sobrevivirán su familia y él el resto del año?
En efecto, su drama es el que viven millones de pobres campesinos en este país, a los cuales, la mafia en el poder sólo presta atención cuando son votaciones y son acarreados o cooptados para que voten por tal o cual mafioso que les prometa que hará esto o aquello por mejorar su mísera vida y sus extremas carencias, pero que ya, una vez elegido, nada cumple y sólo los reprime o hasta asesina, cuando le exigen que haga lo prometido (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/12/apertura-total-del-agro-mexicano-al-tlc.html).
Anastasio tuvo que estar al cuidado de su hijo de dos años, al que por vacunarlo descuidadamente en la pierna, como es muy común en los casos de negligencia médica con gente humilde, le provocaron una infección. “Me dijeron que necesitan dos donadores, porque como le han estado poniendo sangre, pues a fuerza se necesitan, pero no sé a quién decirle. Por eso voy de regreso a San Felipe – lugar en donde vive, a una media hora de Huejutla –, para ver si alguien de mi familia quiere donar sangre”, me dice, bastante acongojado. Y es allí donde, al recordar tantas estupideces que dicen los mafiosos en el poder, de todo el “bienestar” que pregonan, de que se “preocupan” por la “salud de los mexicanos”, de todo cuanto presumen que se ha logrado, todo eso ¡se viene abajo!, al escuchar testimonios tan dolorosos, como el de Anastasio, cuyo hijo se debate por sobrevivir de una infección ocasionada por un “descuido” médico y que, a pesar de eso, no recibe la atención adecuada y su padre tuvo que dormir en la calle seis días, a falta de dinero para el alojamiento y, encima, debe de conseguir donadores para que ¡se lo sigan atendiendo! Esa es la “justicia social” que tanto pregona la corrupta, hipócrita, represora, asesina mafia en el poder.     
Sin saber qué decir, más que unas palabras de ánimo, de que “vas a ver que se va a poner bien tu hijo”,  decido contemplar el… ¡devastado paisaje!
Es cuando se compara éste con los recuerdos, que claramente indicaban que en tal sitio abundaban árboles y ahora casas o deforestadas tierras ocupan su lugar. Por ejemplo, los alrededores de Pachuca, antes llenos de bosques, ahora son ocupados por casas, constatándose el anárquico crecimiento que la mayoría de las urbes del país mantienen, sin importar que ese sobrepoblamiento se haga en sitios adecuados y se cuente con las condiciones propicias para dichos asentamientos, tales como agua suficiente, drenaje, electricidad, vías de acceso… y así, siendo, la mayoría, sitios que albergan a pobladores que viven en malas o pésimas condiciones de vida, que se han ido creando como producto de corrupción, cooptación de las mafias políticas, pobreza y necesidad de los que allí se van a vivir, aunque sea en las faldas de un cerro.
Ese es, pues, el “avance incesante” de la supuesta “modernidad”, que se destruyan o deforesten áreas verdes para albergar una nueva tienda de “conveniencia”, un hotel, un carril de carretera adicional, una plaza comercial,  asentamientos irregulares… y así. De hecho, la carretera por la que circulamos, se construyó hace unos cuarenta y dos años, principalmente como vía de acceso para los tractocamiones que transportan el manganeso y el azufre extraídos por la empresa minera Autlán, la que ya lleva unos cincuenta años operando allí y es responsable de mucho del grave daño ecológico provocado en esa región, aledaña al municipio de Xochicoatlán. Según el activista Marco Antonio Moreno, la actividad de esa depredadora minera ha destruido más de doscientas hectáreas de bosques, dañado fauna y flora, además de contaminar severamente ríos y otros cuerpos de agua, con la total complicidad de las mafias estatales y federales, como ya es sabido (ver:  http://www.jornada.unam.mx/2015/08/07/estados/031n1est).
Así que si sólo una empresa ha ocasionado tanto daño, imaginemos todo lo que han provocado la anárquica urbanización, “ampliación” de carreteras (sólo en tramos, lo que, realmente, no justifica tanto daño), deforestación por la tala clandestina inmoderada, sembradíos en plenas zonas boscosas (a falta de políticas adecuadas de la mafia en el poder por apoyar al campo y de tierras, muchos campesinos talan árboles de zonas boscosas para sembrar, con lo cual aceleran ellos mismos la destrucción de su entorno), contaminación, incendios forestales… por ello es que, contemplo con gran tristeza, lo que el paso de los años ha ido ocasionando en tan rica zona, la que se considera que ha perdido más del 90% de su flora nativa y, ni se diga, de su fauna.
Existen muy pocos estudios de los enormes daños causados a esa región, pero uno realizado en el 2008, muestra que, en efecto, los ocasionados a fauna, flora, suelos aguas y recursos de la huasteca hidalguense son graves o muy graves, y todo con la complicidad y beneplácito de las mafias en el poder estatales y federales, corresponsables de tal ecocidio (ver: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-49992010000300006).
Y luego de haber pasado tantos inconvenientes en el transporte, de haber presenciado toda esa destrucción, deforestación y tantas infamias, llego en medio de una tormenta, finalmente, a Huejutla, pasadas las diez de la noche. A pesar de la intensa lluvia, se siente calor, como si se estuviera dentro de un baño de vapor.
Como voy hasta Huautla, municipio distante unos treinta kilómetros, aún debo de tomar un taxi, que, por fortuna, todavía encuentro a uno haciendo base, con el que acuerdo un precio de doscientos cincuenta pesos, casi cuatro días de salario mínimo (imposible viajar si se percibe sólo ese sueldo de hambre). Es muy caro el transporte público en ese estado – en general, en todo el país es caro, montando más de la tercera parte de los ingresos mensuales de las familias trabajadoras –, en donde más del setenta por ciento de la población vive en la pobreza, igual que en el resto del país.
Hago la plática con el conductor. Se llama Ricardo y, según él, no había llovido hacía más de un año. “¡Usted trajo la lluvia!”, exclama, contento de algún modo, pues explica que por la sequía “y vaya usted a saber por qué otras cosas”, tenía más de un año sin llover. “Fíjese, aquí, antes, no pasaban de los treinta y dos o, póngale, cuarenta grados, cuando mucho, de calor, pero en este año hemos tenido ¡hasta cincuenta grados de temperatura! No se aguanta, de verdad, nada más está tome y tome agua. Yo, un día, me tomé, sin exagerarle, quince litros de agua, porque, de verdad que me estaba deshidratando”. En efecto, por mis propios recuerdos de hace muchos años, me consta que aunque siempre ha sido Huejutla un sitio caluroso, no llegaba a los niveles a los que Ricardo narra.
De acuerdo con testimonios que más tarde me dieron familiares que también viven en Huejutla, “sin clima – aire acondicionado –, no es posible vivir”. Me contaron que el aire acondicionado procuran usarlo sólo en las noches, para que puedan dormir, porque, en efecto, el calor que sentí en esos momentos es bastante, a pesar de la lluvia y de ser ya de noche. Aun así, la cuenta que ellos, en particular, pagan, es de mil quinientos pesos bimestrales, lo que evidencia lo cara que es ya la electricidad en este país, en donde CFE produce ya menos del cincuenta por ciento de lo que requerimos y el resto lo generan productores privados, españoles la mayoría, bastante caro. Me pregunto, entonces, ¿cuánto pagarán los que usen todo el tiempo aire acondicionado? Y ni imaginar cómo puedan vivir las personas que no tienen ingresos suficientes par asumir ese gasto. ¡Seguramente estarán mojándose a cada rato!
También me platicó sobre las recientes elecciones, que hay agitación social porque en ese municipio ganó Encuentro Social, a pesar de que la mafia priísta, con sus corruptas triquiñuelas, obtuvo la gubernatura en el estado. Revisando los resultados electorales, veo que, en efecto, Encuentro Social superó por más de 4600 votos al PRI, aunque sólo votaron 57.11% de los ciudadanos (ver: http://www.ieehidalgo.org.mx/images/PDF/Laminas_ayuntamientos.pdf).
Así que para el hampón Omar Fayad, el “gobernador electo” fue humillante y por eso sus esbirros y grupos de choque han tratado de boicotear dicha victoria.
Dice Ricardo que las hordas priístas de ese municipio están agrediendo en muchos lugares a la gente y que por eso ha habido problemas, que hacen retenes y han golpeado a varios. “¡Uy, esos tipos se enojaron mucho!”, exclama. Explica que los Fayad mantienen un feudo en Huejutla y, en general, en Hidalgo. “Fíjese, antes, tenían matones a sueldo, que, por puro gusto, a la gente, la arrastraban con caballos o con carros y la mataban. Mucha de las tiendas grandes son de ellos, bodegas, todo… no han dejado que entre nadie aquí, ni plazas, ni cines”. Dice que, por ejemplo, se han querido establecer allí tiendas de autoservicio como Walmart u Oxxo’s, pero que no los han permitido. Podría pensarse que eso es bueno, que no hayan dejado al monopolio Walmart establecer allí sus monopolios, pero no lo han hecho en beneficio de la gente – por tantos problemas que ocasionan esas tiendas, como el acaparamiento del comercio o la desaparición de empleos –, sino que para que sus propios negocios sigan manteniendo el control que hasta ahora han tenido. Nada loable, pues. “Han querido construir varias plazas y cines, pero no los han dejado. Vaya, ni el mercado han dejado que se amplíe, y eso que viene mucha gente de muchos lugares, de Pachuca, de Tamoyón, de las comunidades, pero no dejan”. Ni cines menciona que han permitido y el único que existe es “uno muy viejo y feo, que casi nunca está abierto”.
Se refleja todo eso que dice Ricardo en el sentido de que Huejutla no parece propiamente una ciudad, sino una especie de “pueblote”, que ha crecido anárquicamente. Se le ha mantenido en una especie de ruralidad para favorecer los muy mezquinos intereses de los Fayad y compinches. “Mire, allí había montes, muchos árboles – me señala un sitio a la derecha de donde circulamos –, pero los han cortado para poner casas… ya hay muchas casas, pero humildes… porque la gente se viene a vivir en donde puede, son priístas y nada más los usan, por eso les permiten que vengan a vivir así, aunque estén tan mal”, declara. Claro, son la carne de cañón, que tanto requieren los mafiosos en el poder, reflexiono.
Ya, metido en la conversación, platica sus anécdotas. Dice que tiene poco que regresó a Huejutla, pues se fue casi 18 años a trabajar a Reynosa, Matamoros, Altamira y terminó en Tampico. En este lugar, trabajaba con una persona que tenia una empresa de fabricación y distribución de artículos plásticos, pero que al dueño, como ya es común en este país de mafiosos en el poder y criminales coludidos, le cobraban cuotas delincuentes locales, y que por más que trató de cambiar su lugar de operaciones, nunca logró que lo dejaran en paz, hasta que le mataron a cinco empleados y le robaron, por lo que tuvo que dejar el giro (véase hasta dónde estamos de desprotegidos los ciudadanos comunes ante los hampones de la calle y del poder que controlan este país).
Casi quedó en la ruina. A Ricardo, medio lo liquidó, le dio 45 mil pesos, pues le dijo que ya no podía más y cerró. Aquél, se tuvo que regresar a Huejutla.
También tenia allá un taxi que manejaba por las tardes y que gracias a eso, sacaba un poco de más dinero. Dice que su esposa era de descendencia cubana. “De verdad que tiene un cuerpazo y está bien bonita”, exclama orgulloso. Concibió dos hijos con ella. “Uno ya tiene catorce años y el otro, doce”, dice, pero que “como me puso el cuerno, pues ya no regreso con ella”, se lamenta.
Agrega que en ese tiempo que estuvo en Tampico, hace unos diez años, había muchísima violencia, por los constantes “ajustes de cuentas” entre bandas rivales y la corrupción policial, que nada hacía al respecto y, al contrario, se aliaba con el mejor postor. Por lo mismo, casi a diario había muchos muertos. “Sí, luego amanecían estudiantes universitarios asesinados, en fila, acomodaditos, y con el tiro de gracia o policías muertos, colgados, mujeres policías con los senos cercenados, gente decapitada, tirada en la calle… y así, todo por el control de la droga”, describe muy explícitamente. Tenía como clientes de su taxi a chinos, coreanos, sobre todo a coreanos, que le pedían que los llevara con sexoservidoras y que eran muy espléndidos. Refiere que unos de ellos establecieron una fabrica de piezas automotrices, pero que no se explica como es que a ellos no los molestaban los mafiosos, de lo que, especulamos, que quizá haya sido porque no se querían meter aquéllos en problemas internacionales, pues habría implicado inmiscuirse con extranjeros y quizá, entonces sí, la mafia en el poder local los habría metido en cintura. “Puede que sí”, dice, pensativo.
Comenta que una ocasión que recogió a un hombre, se acercaron varios matones en una camioneta y, sin más, rafaguearon a aquél y quedó muerto, colgando de la puerta, la que dejó toda ensangrentada. Aterrado como estaba Ricardo, todavía uno de los matones se le acercó, diciéndole “Tú no has visto nada, compa, así que jálate”. Ricardo se fue del lugar, espantadísimo, guardó el taxi, lavó la sangre y esperó unos días a que se le pasara la impresión. “Pero ya Tampico está más tranquilo porque ahora vigila la marina y no son tan corruptos como los policías, ¿me entiende?, como que mantienen controlada a la delincuencia”, dice. Le pregunto que si hay muchos robos o secuestros allí en Huejutla y me dice que no muchos. “Cómo le diré, sí hay delincuencia, pero la tienen controlada, ¿no?, con que pague sus mordidas o no se meta con cierta gente, pues los dejan”, declara. Esto habría que entenderlo en el sentido de que se establecen zonas de control entre los grupos delictivos, asociados con los mafiosos en el poder y que mientras no se “rompan” tales compromisos, todos felices y tranquilos (algo detestable y cínico, que se ha dicho mucho, de que la mafia priísta mantenía la paz social porque respetaba los pactos que tenía establecidos con los distintos cárteles de la droga, a los que mantenía tranquilos en sus respectivos territorios, como lo que en su momento hizo el capo Lucky Luciano. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/08/la-estructura-mafiosa-de-los-poderes.html).
Llegamos por fin a Huautla. También está lloviendo. La plaza principal está ocupada por la feria, así que no podemos avanzar mucho, por los puestos y los juegos que hay instalados. Bajo del auto y camino hacia el domicilio de mis parientes, notando algunos cambios hechos en el lugar, como la pavimentación de todas las calles, así como obras suntuarias, superfluas, tales como haber cubierto casi todo el parque con un gigantesco techo de lámina, nada estético, para que sirva como una especie de auditorio, pero que muy probablemente, el munícipe que lo haya ordenado construir pensó más en la fastuosidad, con tal de justificar el enorme gasto que debió de haber tenido tal obra, más que la cuestión estética o, incluso, ecológica, pues en el sitio no existen más los árboles que antes estaban allí. El quiosco, a su vez, está digamos que ampliado con un techo hecho de ladrillo, algo más estético que el feo, metálico galerón al que me referí antes. Repito, parecen obras inconexas, hechas por distintas mafiosas administraciones, con tal de justificar los altos costos que debieron de haber tenido.  
Llego por fin a la casa de mis parientes. Allí, paso una velada en la fiesta familiar por la cual acudí al lugar.
Por fortuna, llovió toda la noche, por lo que la temperatura al día siguiente es agradable.
Al otro día, hago un recorrido para ver los ”cambios” hechos en ese municipio, cuyo nombre significa lugar de las águilas, las que, por desgracia, ya no se ven por ningún lado. Como dije antes, se aprecia la destrucción que ha sufrido el medio ambiente del lugar. Más y más casas han ocupado áreas boscosas. El pavimento también ha cubierto zonas de jardines.
Como señalé, las nuevas obras “publicas” que se han hecho, no han seguido un patrón uniforme, estético, sino que claramente se ven construidas al capricho de quien las ordenó. Por la feria y el tradicional tianguis que se sigue colocando los domingos, al final del día, abundan los montones de basura, otro símbolo del “progreso” de este sistema capitalista salvaje que todo lo degrada, lo ensucia, en aras del “avance”.
En resumen, lo que noto no es un crecimiento armonioso, parejo, sino anárquico, de obras suntuarias, como un bulevar por aquí o un galerón por allá, pero que no responden precisamente a un plan integral que haya buscado realmente el desarrollo del municipio.
Y no hay mucho qué hacer en Huautla, pues existen pocas fuentes de trabajo, debiendo mucha de la gente emigrar a sitios como Huejutla o el más alejado Pachuca. La mayoría de mis parientes han sido o son maestros, que es una de las profesiones más abundantes del lugar. Ya varios se han jubilado y han tratado de dedicarse a otra cosa, debido a lo magro de sus pensiones, y han abierto algún restaurante o alguna tienda.
Y justamente lo que abundan son los giros comerciales, como las tiendas, casi una al lado de la otra, fondas, puestos de dulces y así, lo que evidencia que cada quien se las ha arreglado como ha podido.   
Pero, fuera de eso, del crecimiento anárquico del pueblo, las condiciones de miseria prevalecen. Se ve en la gente que acude al tianguis a tratar de vender sus mercancías, como maíz, frijol, piloncillo… y así. Son campesinos, hombres, mujeres, de las comunidades vecinas, que tratan, de ese modo, de obtener un ingreso extra. Son a los que despectivamente se han referido como los “que no son de razón”, racista resabio de la herencia colonial maldita y que, por desgracia, aun prevalece, a pesar de los años. Eso no ha cambiado desde que tengo memoria.
Es lo que, justamente, evidencia el desigual “desarrollo” de la región, si así se le puede llamar, la que cada vez empobrece más y más, se depredan sus recursos, se agotan sus tierras, se cortan sus bosques, se contaminan sus aguas… y los beneficios de tal depredación, de tal destrucción, son para unas cuantas mafiosas empresas extractivas o grupos de poder, pero no para la gente, cada vez más hundida en la miseria y en las crecientes carencias.
Eso es, pues, lo que luego de tantos años, hallé en la Huasteca Hidalguense, una zona antes rica en recursos, que se ha ido depredando aceleradamente, como sucede en todo este secuestrado país, en donde prevalecen los intereses de las mafias políticas y empresariales, las menos interesadas en que la riqueza ecológica y el bienestar social se preserven.
Sí, muy triste lo que vine a ver.

Contacto: studillac@hotmail.com

Conversando con una madre soltera, estudiante y trabajadora



Conversando con una madre soltera, estudiante y trabajadora
Por Adán Salgado Andrade

Verónica tiene 33 años. Es madre soltera, estudia y trabaja y debe de cumplir con sus labores domésticas y familiares. Su vida ha sido difícil, más ahora, que de ella dependen sus hijas, una adolescente de 15 años y una niña de ocho.
Se divorció hace cinco años. “Mi ex marido también parecía mi hijo, no me apoyaba, ni nada y nada más me ocasionaba problemas, hablaba mal de mí con mi hija y tenía que mantenerlo. Pero, deja de eso, ¡lo peor era que me golpeaba!”, me dice, enfatizando lo de que la golpeaba.
De hecho, platica que ella sacrificó sus propios estudios, con tal de que él terminara su carrera de odontólogo. Ello muestra el grado al que muchas mujeres pueden llegar, con tal de quedar bien con sus parejas o su familia. Es muy sonado el comentario entre extranjeros, que dicen preferir a las mexicanas porque son muy “sumisas”. Sí, la mayoría tienden a serlo.
Pero lo que más llevó a Verónica a separarse, eran justamente las golpizas que le daba el ex marido, pues era el clásico macho golpeador, que creen que así reafirman su “hombría” (muy generalizado este problema, en donde la mayoría de las mujeres son hostigadas y hasta asesinadas por sus parejas o familiares masculinos. Ver: http://www.animalpolitico.com/2016/04/en-nombre-del-amor-nos-estan-asesinando-44-de-las-mujeres-sufren-violencia-fisica-de-su-pareja/).
“Me daba unas golpizas… la última vez, casi me mata a patadas y ya no aguanté, lo dejé. Fíjate, lo peor es que fui a ver a mi hermana, menor que yo, y a mi madre. Yo esperaba que me dijeran, ‘¡ay, mira, que golpiza te dio, vienes toda hinchada de la cara, hay que denunciarlo!’. Y, no, lo que me dijo, figúrate, fue ‘¿Pues qué le habrás hecho, como para que te pegara así?, ¡de seguro tú le diste lugar!’…eso me dijo, ¿¡qué te parece!?”, comenta, en tono de coraje y tristeza, los ojos comenzándose a humedecer de las contenidas lágrimas.
Sí, es algo que me he preguntado muchas veces, ¿cómo es que algunas mujeres se auto denigran, pues creen merecerse el machista, misógino trato que un hombre les dé.
También los recuerdos familiares la hacen entristecer un poco. Cuenta que un día su madre decidió irse a trabajar a los Estados Unidos, así, de repente.
Las dejó a ella, a su hermana y a su padre, que es abogado. Fue demasiado para todos. Verónica y su hermana tuvieron que hacer las funciones de la esposa que se fue para su padre, como realizar las labores domésticas, además de darle ánimos, pues el señor, se deprimió tanto por la separación, que dejó de trabajar. “Llegó el momento en que ya ni para comer teníamos. Entonces, le dije a mi padre ‘¡Papá, por favor, ponte a trabajar, porque si no lo haces, nos morimos de hambre!’… y al otro día, que se pone las pilas, y que se fue a buscar casos”. Dice que ella lloraba de tristeza al ver cómo se consumía su padre, por la ausencia de su esposa.
Su madre estuvo más de ocho años en Estados Unidos, así que buena parte de la adolescencia y juventud de Verónica y su hermana transcurrieron sin ella. Ya, cuando regresó, como si nada, la relación nunca volvió a ser la misma. Para comenzar, ya no quiso estar con su padre. Además, hasta la fecha, su madre valora más a su hermana y la considera como “triunfadora”. “Es que ella estudió administración, tiene un buen trabajo, gana bien y su marido también gana muy bien. Así que ella sí es triunfadora y yo soy una perdedora, según mi madre”. Muchas características de la personalidad que nos ha de distinguir en nuestra vida, dependen del trato que los padres nos hayan dado, así que con esa madre, entiendo varias de las cosas que me sigue platicando Verónica.
Por ejemplo, me cuenta que tiene muchos problemas con su hija la mayor. La chica padece diabetes juvenil, pero, además, como es clásico en esa edad, tiene problemas en la escuela y sus amigos dejan mucho qué desear, pues justamente sus problemas escolares se deben a que la han hecho irresponsable y ha dejado de interesarle la escuela y así. “Me dice que yo tengo la culpa, porque no estoy con ella, ni con su hermana, que me odia… la otra vez, hasta me pegó – me muestra Verónica una arañazo reciente debajo del ojo izquierdo –, que yo le exijo y que no tengo por qué, que porque yo voy mal en la escuela – Verónica estudia ingeniería –, que tengo un trabajo en que ni me pagan – su empleo es como socia de su actual pareja en una empresa de obras civiles – y que mejor se quiere regresar con su padre”. Ya las lágrimas le ruedan a Verónica de recordar, seguramente, la rudeza con que su hija la trata. “¿Qué hiciste de que te pegó?”, le pregunto. Se encoge de hombros. “Nada… ¿qué puedo hacer, si me dice que yo tengo la culpa de lo que le pasa”, me dice, con estoica actitud.
Como señalé, Verónica dice “merecer” todo lo que le pasa, pues, según ella, nada “hace bien”. Le digo que su problema es de auto-valoración, pues es evidente que padece de muy baja estima, cosa común en muchas personas, que se denigran porque se consideran inferiores a todo. Otra muestra de ello es que no come nada, sino hasta llegar a su casa por la noche. Tampoco duerme mucho, sobre todo, últimamente, ya que tienen el proyecto, en su pequeña empresa, de la modernización de un estacionamiento de un centro comercial, que urge que entreguen a tiempo.
Le digo que si valorara más su persona, trataría de comer a sus horas y dormir lo suficiente, pues, de lo contrario, podría enfermar. “Sí, lo sé… ¿pero qué puedo hacer?”, me dice, pensativa. Le sugiero que, por ejemplo, se haga un almuerzo y se prepare alimentos para comer y que trate de dormir mejor, pues denuncian su falta de sueño, las profundas ojeras que trae. Sólo hace un gesto de “pues sí, pero no puedo”. Por desgracia, vivimos en una sociedad tan demandante desde el punto de vista material, producto de la competencia que el capitalismo salvaje nos ha impuesto, que incluso nuestra salud está en riesgo constantemente de colapsarse.
Otra cosa que también contribuye a la baja estima de Verónica es que, me dice, de niña, fue abusada por el conserje de la primaria a la que asistía. “Sí, esas cosas, te dejan muy marcada, que a esa edad te viole un adulto”. Es un tema éste, que ha salido mucho a la luz últimamente, sobre todo por los casos de pederastia cometidos nada menos que por “sacerdotes” católicos, del tipo del depredador sexual Marcial Maciel, infame fundador de los “legionarios de Cristo” (de los padres depredadores sexuales, debió ser, más bien), cuyas víctimas quedan marcadas de por vida (una cinta muy interesante que trata muy bien ese tema es la estadounidense “En primera plana” – Spotlight –, la que ganó, por fortuna, un Oscar en las pasadas entregas de dicho premio. La recomiendo mucho ver).
Y, bueno, además de los problemas con su hija, con su madre y hermana, Verónica debe de cumplir con la escuela. Estudia ingeniería civil en la UNAM. “Mira, yo me metí a esa carrera porque, hasta hace como un año, como estaba trabajando en CFE (Comisión federal de Electricidad), mi jefe me dijo que era mejor que tuviera la carrera de ingeniería civil, para que me respaldara, pues lo que yo sabía hasta ese momento era por mi experiencia, porque tenía cuatro años trabajando allí. Estaba en el departamento de proyectos. Es muy bueno, pues es considerado el más productivo de todos. De hecho, se le encomendaban tareas muy difíciles, incluso que no tenían que ver con la empresa directamente. Por ejemplo, tuvimos que corregir deslizamientos que estaba teniendo la presa de Yesca (esta es una polémica, hidroeléctrica, que, desde el principio, ha generado, tanto conflictos sociales, pues los habitantes del lugar se oponían a ser desplazados, así como problemas constructivos, que inflaron su presupuesto original). Ése, pues sí tenía que ver con la empresa. Pero también nos encargamos de reponer la arena de las playas de Cancún, cuando fueron barridas por el huracán Manuel – sonríe, pues es claro que no tenía que ver directamente con CFE, sino con alguna secretaría estatal, encargada de ese tipo de obras –. Pero a pesar de que éramos muy productivos, le dijeron a mi jefe que se venía un recorte en toda la empresa y que tenían que despedir personal de todos los departamentos. Fueron más de mil doscientas personas que despidieron de la empresa y corrieron a los que menos tiempo teníamos… y ¡pues me tocó!”. Así que la razón principal de que ella esté estudiando ingeniería civil – carrera que no le agrada del todo –, se esfumó con su despido.
Cabe aquí comentar cómo lo que queda de empresas como CFE o Pemex, están siendo diezmadas, casi desaparecidas por el entreguismo de la mafia en el poder, la que está privatizando aceleradamente lo que queda de dichas empresas. Por eso se están dando esos despidos masivos, incluso de personal altamente experimentado, aunque sea en demérito de tareas clave (ver: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/28/economia/023n1eco).
“Pero, bueno, ya estoy aquí, así que debo de terminar”, declara Verónica sobre su carrera, resignada. Está en quinto semestre y tiene que hallar algún tiempo, a pesar de sus actividades, para asistir a la escuela, al turno vespertino, y cumplir con sus tareas. “Ahorita, por la obra que tenemos, me acuesto a las tres de la mañana y me levanto a las cinco. Levanto a mis hijas, les preparo ropa, desayuno y lunch y las llevo a la escuela. De allí, me voy a la oficina, para ver lo que se debe de hacer ese día en la obra y también trato de hacer algo de tarea. Luego, me voy a la escuela y luego, a la obra, pues  estamos trabajando hasta en las noches, porque les urge. Mi mamá recoge a mis hijas y como llego tan tarde, no las vuelvo a ver sino hasta el otro día. Y eso es diario… por eso, protestan de que no las veo y que no les pongo atención, pero, de verdad, no saben cómo las quiero y me preocupo por ellas y por eso hago todo lo que hago”, me dice, otra vez con el llanto en sus ojos.
Sin embargo, actualmente, halló de nuevo la utilidad de seguir estudiando ingeniería civil, pues platica que entre ella y su actual compañero de vida, fundaron una pequeña empresa, encargada de proyectos civiles, como remodelaciones o adecuaciones. “Sí, ahorita, por fortuna, tenemos una obra que nos ganamos por concurso. Es la readecuación de un estacionamiento de un centro comercial. Tenemos que recablear y modernizar la iluminación, lo de las máquinas que expiden boletos y las que cobran”. Explica que tuvieron que abrir cepas para meter tubos de PVC de cinco centímetros de diámetro y, debido a la premura de la obra, porque, como ya señalé, les urge a los dueños de la plaza, emplearon concreto asfáltico. “Pero, ya sabes, de repente, cuando ya casi habíamos terminado, un tipo nos dice que no, que ellos requerían asfalto normal. Y entonces que le digo que no se podía usar normal, que porque el tiempo de secado es mucho mayor al tiempo que nos dieron para entregar la obra.. y, ya sabes, me pregunta que yo qué era, y que le digo que ingeniero civil, yo creo que para ver si yo sabía, ¿no?, y también porque se ve que no aceptaban que una mujer les dijera qué hacer ¿no?... con que no se les ocurra pedirme mi cédula, ¿no?”, dice, sonriendo, por primera vez durante la charla.
Sí, es evidente que, como les sucede a muchas mujeres que se desempeñan en puestos que tradicionalmente han sido ocupados por hombres, persiste una actitud y trato machista hacia ellas, pues se pone en duda tanto su capacidad, así como sus conocimientos (particularmente, recuerdo, de mis años de estudiante, que alguna vez que visitamos obras del drenaje profundo, a tres compañeras que iban en nuestro grupo, no las dejaron entrar a los túneles por ser eso, mujeres, pues entre los trabajadores, secundados por los ingenieros encargados de la obra, se decía que era de “mala suerte” que entraran mujeres a las lumbreras. No sé si aun exista esa absurdo, machista prejuicio).
Por fortuna, dice que, al final, les aceptaron los trabajos, quedaron satisfechos y, al parecer, les darán otros estacionamientos en algunos estados.
Platica que su compañero estuvo a punto de morir de cáncer hace cinco años. “Sí, es un milagro que esté vivo. Le hicieron estudios y le dijeron que tenía leucemia y que no duraría tres meses. Estaba delgadísimo. Pero se hizo el fuerte. Comenzó por levantarse, con muchos trabajos, luego, a caminar, poco a poco, luego, a salir de la casa… y así. Y pasaron los tres meses y allí seguía. Y ya le hicieron de nuevo estudios y los doctores no podían creer que ya no tuviera cáncer, nada. Le preguntaban que qué había hecho y dijo que sólo había sido fuerza de voluntad, sus ganas de vivir. Y allí sigue. Él no me da un sueldo, digamos, pero se encarga de pagar las colegiaturas de mis hijas, la renta y todo lo que haga falta. Ya, cuando nos pagan los trabajos, me da una compensación. Y está bien, no me quejo, pues la empresa es de los dos, digamos, y estamos saliendo juntos… pero, es milagroso que siga él aquí”.
Concuerdo con ella y le digo que quizá también fue su apoyo el que ayudó a eso. Aunque, a veces, son cosas que suceden, verdaderos milagros, que a algo o a alguien habrá que atribuir, quizá a las energías de las que está lleno el universo, cabría pensar.
Agradezco la plática a Verónica y le deseo que siga adelante con sus proyectos de vida, sus estudios, su trabajo, apoyando a sus hijas y a su compañero y que no desista, que sólo mujeres como ella, así, tan luchonas, salen adelante, en medio de esta caótica, materialista, individualista, machista sociedad.

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